23 de noviembre de 2012

Viejas Glorias

1 comentarios
Hoy me toca ponerme en plan Abuelo Cebolleta, y es que justo tras publicar el último post, empecé a recordar uno de los videojuegos que más marcaron mi adolescencia: El Metropolis Street Racer (MSR) de Sega Dreamcast, desarrollado por la ya desaparecida Bizarre Creations. Una muestra de lo que representó este juego en mi mente adolescente es, que cuando desapareció la partida que tenía guardada de dicho juego me cabreó muchísimo más que cuando desapareció otra partida que tenía de Final Fantasy X a la que le había dedicado unas 240 horas... creo que con esto lo digo todo. Eso sí, aviso que lo que voy a escribir a continuación es todo de memoria, de recuerdos que tengo de hace ya unos cuantos años, por lo que es muy probable que dichos recuerdos estén algo empañados por esa idealización que le da el paso del tiempo a todo aquello que nos ha gustado enormemente en el pasado.

Para empezar, diré que, en mi opinión, este juego fue el pionero de los juegos de conducción tal y como los conocemos ahora: Carreras ilegales en las calles de varias ciudades del mundo; recompensas por ganar en un circuito o en sprint en dichas calles; recompensas por derrapes largos y sin choques; y así hasta completar un largo etcétera. No podía ser menos, ya que su plataforma, la consola Sega Dreamcast, también fue una pionera en sí misma. Y le pasó lo mismo que a todo buen pionero o descubridor que se precie: Que "murió" pobre y sola.

La principal de las novedades de este juego respecto a los anteriores fue, precisamente, que se competía en las calles de tres conocidísimas ciudades a nivel mundial, a saber: Tokyo, Londres y San Francisco, todas ellas mapeadas con todo lujo de detalles. De hecho, en este juego Trafalgar Square merece una mención especial aparte debido al alto grado de precisión y realismo que presentaba dicha plaza londinense en el juego. Pero no sólo en el ambiente se quedaba la recreación, ya que dependiendo de la ciudad en la que estuvieras corriendo en ese momento, y de la hora del día a la que corrieras, cambiaban tanto las condiciones meteorológicas como las emisoras de la radio del coche con las que podías elegir la música que querías escuchar. Y creedme cuando os digo que no es lo mismo conducir con un solazo de impresión en San Francisco... que conducir bajo un intenso aguacero por las calles de Londres.

Otra novedad fue que, aunque ya había juegos con coches reales, estos solían ser siempre superdeportivos o, cuanto menos, coches  preparados directamente para la competición. Modelos, a fin de cuentas, que sólo se veían en revistas y similares, mientras que en el MSR te encontrabas, además de ese tipo de coches, faltaría más, modelos que podías ver en tu día a día aparcados en la calle, lo cual representaba toda una novedad. Porque vale, sí, conducir un Ferrari o un Porsche siempre es divertido, pero... cuando te los encuentras en todos los juegos de conducción que tocas, al final pierden mucho de su brillo. Ahora bien, cuando lo que te ponen entre las manos es el volante de un Peugeot 306 HDi... la cosa cambia. Y dentro de los coches, otra novedad fue que cada coche tenía su propia forma de comportarse dependiendo de sus características. Así pues, no era lo mismo conducir un Honda S2000 o un Ford Mustang GT... que un Mitsubishi Lancer Evo VI o un Toyota Celica GT-FOUR.

Y, para un servidor, la mayor de las novedades fue, precisamente, el manejo. Como ya he dicho antes, Dreamcast fue una pionera en su campo, y entre sus características se incluían unos gatillos totalmente analógicos en la parte inferior del mando. Pues bien, estos gatillos se usaban en el juego como acelerador y freno respectivamente, y al ser completamente analógicos, podías acelerar y frenar a voluntad. A lo que me refiero con esto es que, en otros juegos anteriores, si tu pulsabas el botón del freno, frenabas a fondo, y lo mismo pasaba con el acelerador. El MSR, en cambio, te permitía acelerar o frenar a medias, lo cual era increíblemente útil a la hora de tomar curvas que, con darlas a medio gas o frenando a medias, te permitían ganar esos preciosos segundos respecto a tus rivales sin ponerte a dar vueltas como una peonza en caso de que el coche empezara a derrapar. Porque, como ya he mencionado con anterioridad, no es lo mismo conducir en Londres con un Honda S2000 bajo un aguacero que no ves a dos metros... que en San Francisco con un Nissan Skyline GT-R y un sol de justicia.

Debo añadir, ya para finalizar, que este juego se lanzó al mercado en Noviembre de 2000, por lo que sus gráficos están más que superados, pero... después de ver varios vídeos y comprobar que, efectivamente, 12 años nos separan desde entonces, puedo afirmar que estamos, o estuvimos, ante el mejor juego de coches jamás creado con anterioridad para ninguna otra plataforma.


Pd.- ¿No habrá por ahí, por casualidad, un alma caritativa que me deje su Dreamcast, su tarjeta de memoria y su MSR?

21 de noviembre de 2012

Comparaciones odiosas

2 comentarios
Porque, como muy bien reza el dicho, las comparaciones son odiosas. Y si encima son inevitables y para desmerecer algo, peor todavía.

En este caso me refiero a la inevitabilísima comparación entre dos videojuegos que son primos hermanos. Por un lado, tenemos Need for Speed: Most Wanted, desarrollado en 2005 por EA Black Box; y por otro lado tenemos la remasterización desarrollada este mismo año por Criterion Games y que se llama, como no puede ser de otra forma, Need for Speed: Most Wanted 2012.

Personalmente, y antes de empezar en serio, debo decir que el juego me gusta. Está muy bien desarrollado, los coches se comportan cada uno acorde a sus propias características físicas, ya que no es lo mismo conducir un Lancia Delta HF que un Ariel Atom 500... ni por asomo, los gráficos son excelentes, etc. Además, que a priori la idea es muy buena: Adaptar el juego del 2005 a los coches actuales. Y teniendo en cuenta que el juego original era muy bueno, este prometía. Misma estética, mismo motor, mismo desarrollo... pero con coches totalmente actualizados. Una maravilla, en pocas palabras. Y si encima veías el trailer del mismo, pues ya poco más se podía decir:



Pero el problema es, precisamente, ese. Que prometía. Y con las promesas se ha quedado, porque ambos juegos no se parecen en nada. El primer error de todos, a mi parecer, ha sido cambiar el equipo de desarrollo. Para el juego de 2012 han escogido a Criterion, la desarrolladora de la franquicia de juegos Burnout, y eso se ha notado y mucho, ya que el juego tiene todas las características de esta otra serie. Más que "Most Wanted 2012", el juego tendría que haberse llamado "Burnout 2012". 

Respecto al juego en sí mismo, se lo cargaron en el momento en el que decidieron prescindir completamente del Modo Historia. Si en la versión del 2005 ese modo era el que servía de espina dorsal a todo el juego, y el que, de hecho, le daba un mínimo de sentido, os podéis imaginar cómo es la versión del 2012 sin una historia en torno a la cual gire toda la acción. Lo dicho, es un "Burnout 2012", ya que lo único a lo que te limitas es a correr. Porque sí. Porque queda muy bien eso de "mira mamá, estoy conduciendo un Gallardo". Incluso cuando te persigue la policía, lo único que puedes hacer es limitarte a correr, ya que en esta edición han eliminado los "puntos de ruptura" de la edición anterior, por lo que ahora, o te escapas de la policía por velocidad, o no te escapas. Así de claro. Y aunque no te escapes da lo mismo, ya que no te repercute para nada en el desarrollo del juego. En el amor propio sí es verdad que siempre repercute algo, pero desde luego, en el juego no. Y lo peor de todo, para mi, es eso de que, para conseguir un coche de la Black List, tengas que destrozar, literalmente, el coche del rival. Algo muy propio de la saga Burnout y que a mí, personalmente, me parece un auténtico despropósito.

Otra de las características que han ido a peor ha sido la de la mejora de los coches. En el videojuego original, aparte de que empezabas con coches de gama media-baja, como el Fiat Punto, e ibas consiguiendo coches de gamas más altas conforme avanzabas, las mejoras de los mismos eran más graduales, ya que dichas mejoras también se iban desbloqueando conforme avanzaba el juego. Ganabas la carrera tal, por lo que ganabas la pieza cual, que te daba la mejora de lo que fuera. En la edición 2012 empiezas directamente conduciendo un Aston Martin V12 Vantange, y los coches, en lugar de comprarlos, te los vas encontrando por el camino. Y los primeros en encontrarte son "minucias" como, por ejemplo, el Porsche 911 Carrera S, el Maserati GranTurismo MC Stradale o el Lamborghini Gallardo. Además, algo tan "caro" de conseguir en la edición anteiror como era el óxido nitroso, en esta se consigue sólo por ganar la primera carrera, y encima se debe ganar para todos y cada uno de los coches. Ya no vale con desbloquear la mejora e irse a un talle a instalarla al coche de turno. No. Tienes que conseguirla para todos los coches que encuentres, lo cual es otro engorro a sumar a la lista. Porque el mayor engorro de todos es la dificultad propia del juego. Las carreras marcadas como fáciles son, eso, fáciles. Si no te encuentras con ningún coche "peatón" de frente, puedes ganar la carrera muchas veces incluso sin quererlo. Pero las que están marcadas como dificultad media... ¡Ay, amigo! Esas ya son otro cantar. Y las que están marcadas como difíciles, ya ni hablamos. Y ni qué decir tiene lo dificil que te lo ponen los integrantes de la Black List... vale que tienen que vender caro su pellejo, no digo que no, pero lo de este juego creo que es pasarse un poco. Un poco mucho.

Pero, como digo al principio, el juego en sí mismo no es malo. En absoluto. Lo dicho, los gráficos y la definición de los mismos son fabulosos, y el manejo de los coches, al menos en la mayoría de ellos, es una gozada. Además, la banda sonora está muy a la altura de las circunstancias, ya que es muy movida y es muy motivadora. Vamos, que te entran ganas de pisar el acelerador sólo con escucharla. Pero claro, el problema, insisto, es el nombre. Si lo hubieran llamado Burnout 2012, como he dicho antes, no habría pasado absolutamente nada. Tendríamos un juego muy bueno de conducción, una galería fantástica de cochazos de alta gama y carreras a lo loco por toda la ciudad. Y aquí paz y después gloria. Pero si te llamas Need of Speed: Most Wanted 2012... más te vale, por lo menos, parecerte algo a tu predecesor.

17 de noviembre de 2012

Cuidado con el GPS…

1 comentarios


…que lo carga el Diablo, como suele decirse.

Hoy toca hablar del GPS, o Global Positioning System, por sus siglas en inglés, ese sistema de posicionamiento global que, poco a poco, se está haciendo más presente en nuestro día a día. Prácticamente, todos los coches recién salidos de fábrica vienen ya con un navegador incorporado dentro de sus extras y, si te pasas por la sección del Automóvil de cualquier centro comercial, te encontrarás con un espacio reservado exclusivamente a estos dispositivos. Pero eso sí, si digo “cuidado con él” es porque, aunque la considero una herramienta la mar de útil, sobre todo a la hora de salir a carretera, también opino que tiene sus desventajas e inconvenientes. Como todo en esta vida, claro está.

En mi opinión, los beneficios no son pocos. Para mí, el primero y fundamental es el de evitarte la necesidad de llevar un mapa cartográfico más grande que el propio coche desplegado dentro del mismo para saber por dónde tienes que ir… considerando que sepas dónde estás en un momento dado, claro, ya que, para empezar, el GPS te indica, con una altísima precisión, el punto exacto en el que te encuentras. El siguiente beneficio, a cuerda del primero, es que te traza la trayectoria a seguir entre tu punto de origen y tu punto de destino, lo que te evita tener que empollarte la ruta que necesitas seguir. Vale, si es un trayecto corto este beneficio se queda en nada, pero cuando las rutas empiezan a ser largas o, simple y llanamente, no tienes ni idea de la zona en la que te encuentras y no conoces sus carreteras… ayuda y mucho, la verdad. Y ni qué decir tiene que, en la mayoría de modelos, viene ya incorporada la función de detección de radares, cálculo de tiempo estimado, velocidad de la vía frente a la velocidad actual del vehículo, etc.

Pero, eso sí, no todo el monte es orégano. Para empezar, porque como buen aparato basado en la informática, es más tonto que Abundio; y para seguir, porque todos los aparatos GPS destinados a la conducción no son GPS puro, sino simples y meros navegadores. Explico estos dos puntos. Un GPS puro y duro funciona mediante coordenadas. Longitud y latitud, grados y minutos. Está usted en el punto Xº,-Yº, introduzca las coordenadas a las que quiere llegar. Vale que, de cara a la conducción, el aparato resume todo esto como “Ciudad de Origen” y “Ciudad de Destino”. Pero precisamente, al estar pensado para circular por carreteras, tiene que ser un aparato de mucha calidad, o con un mapeado muy bien definido, para que no se vuelva loco si se entra en sendas de tierra. Obviamente, ahí no hay ciudad de origen ni de destino que valga. Otra forma de percibir su “tontería” es, precisamente, porque, como buen navegador que es, traza las rutas basándose escrupulosamente en el mapeado base que pueda tener el aparato en su memoria, lo que llega a ser potencialmente peligroso. Imagino que, quien más, quien menos, todo el mundo recordará el fatal accidente de un senegalés que se precipitó a un pantano precisamente porque el GPS le indicó que la carretera que tenía que seguir pasaba por ahí (Noticia). Además, en mi experiencia personal con dichos aparatos, de haber seguido al pie de la letra lo que me dictaba el mío, ahora mismo estaría todavía intentando llegar a casa desde hace ya más de tres meses.

De todo esto se desprenden un par de consejos básicos. El primero, tener el navegador perfectamente actualizado. Tampoco hace falta caer en la paranoia de estar buscando actualizaciones todos los días, no sea que hayan cambiado la dirección de las calles, pero sí que, si se prevé la realización de un viaje o un desplazamiento moderadamente largo, qué menos que actualizarlo el día anterior a la salida. Y, no menos importante, que a fin de cuentas, quien conduce es uno mismo, y esa situación no cambia se lleve GPS o no. Quien conduce es quien debe decidir, en todo momento, hasta qué punto se fía de lo que el aparato le va dictando. Por poner un ejemplo, es como si tenemos un asesor financiero que nos propone un negocio de lo más turbio. Si vemos que ese negocio nos va a llevar a la ruina, no le hacemos caso… ¿Verdad?

7 de noviembre de 2012

La tecnología por la tecnología

1 comentarios
Que la tecnología es una de las características que nos hace humanos está más que claro. Es, entre otras cosas, lo que nos permitió salir de las cavernas, hacer fuego propio y empezar a transportar la caza y la recolección sobre ruedas en lugar de cargarlo a las espaldas. Es más, como suele decirse, la necesidad crea el órgano, y cada vez que el ser humano sentía una necesidad, ahí estaba la tecnología para ayudarnos. Pero, como digo, siempre estaba la necesidad por delante y, sobre todo, por encima de la tecnología.

El problema es que, en los últimos tiempos, es la tecnología quien se ha puesto por delante de la necesidad. Es la propia tecnología la que "nos dicta" nuestras necesidades. La tecnología por la tecnología, como digo al principio. Y no es que la tecnología en sí misma sea mala, todo lo contrario. El problema, también, es cuando son las distintas compañías las que, aprovechándose de la tecnología, nos dicen qué es lo que necesitamos. Un buen ejemplo es el caso de los móviles. ¿Para qué sirve, en teoría, un teléfono? Pues, en teoría, para hablar, claro. Porque en los últimos tiempos, si quieres un teléfono móvil, qué menos que tenga GPS, WiFi, 3G, ABS, TXT, ESP y todo lo que se ponga por delante. Para todo lo que sea, menos para que se pueda hablar por ellos. Y la mayor parte de las veces, son cosas que no nos hacen falta en absoluto. Pero, también en connivencia con las operadoras, porque todos queremos comer, entre unos y otros han acabado vendiéndonos la moto de que necesitamos tener un teléfono móvil que tenga Internet. Y que cuando más grande y negro sea, mejor que mejor.

Pero lo que realmente me ha llegado al alma, lo que realmente ha inspirado este post, es el tema de los eBooks. Porque aquí sí que no hay necesidad previa alguna, y sí que es un artículo que vende la tecnología por la tecnología. Simple y llanamente, hubo alguien que, un buen día, tuvo la idea de convertir los libros en un dispositivo electrónico. ¿Por qué? Simplemente, porque dicho aparato no existía, y al no existir el aparato, el mercado estaba ahí esperando al primero que supiera aprovechar la oportunidad. Y bien que se aprovecharon. Ahora mismo, se ha instalado la idea en la mentalidad colectiva de la sociedad que lo más útil y práctico para leer no es sino un eBook, o un eReader, o una tablet. Al gusto del consumidor. Y se escudan diciendo que en sus casa no caben todos los libros que quieren leerse, mientras que en la tablet, sí. Y si bien es cierto que no dejan de tener razón, no es menos cierto que ese razonamiento se cae de propio absurdo que es. Ciertamente, cualquier reader que se precie de tener un mínimo de espacio, es capaz de almacenar alrededor de 2.000 libros en su interior. 2.000 libros, que se dice pronto. Y es verdad que esa cantidad de libros no se meten en cualquier parte, pero por otro lado... ¿En serio alguien va a leerse 2.000 libros? Porque ya no es sólo cuestión de tener espacio físico para almacenar esos 2.000 libros en su formato clásico, de papel de toda la vida, sino de capacidad lectora y, ante todo, tiempo. ¿Alguien se ha parado siquiera a calcular cuánto tiempo podría necesitar una persona para leer semejante cantidad de publicaciones? Así a bote pronto, y calculando que un libro tarde aproximadamente un mes en leerse, día arriba, día abajo dependiendo de su extensión, estaríamos hablando de que se tardarían 166 años en leerse todos esos libros. Un tiempo que, además de exceder en mucho la esperanza de vida actual del común de los mortales, excede muchísimo más la vida útil del aparato en cuestión. Porque recordemos que todo aparato tecnológico está sujeto, por diseño, a la llamada obsolescencia programada, por lo que la vida útil de un aparato de estas características, al igual que los móviles, no va a exceder de los 5 o, como mucho, 6 años. Y de ahí a los 166 que se necesitarían para leer todos esos libros, sigue mediando un abismo.

Luego ya, y para terminar, estaría el tema del precio. Sí es verdad que un libro en versión electrónica cuesta hasta 10 veces menos que uno en versión imprenta (unos 2.5€ el electrónico frente a los 20-25€ del libro de papel), lo cual es normal ya que a fin de cuentas estás pagando por... nada, un archivo electrónico formado por unos y ceros lógicos, mientras que el formato tradicional sí tiene un proceso de fabricación a sus espaldas, pero como nadie lo ha comentado todavía a su favor, no seré yo quien lo haga en su contra.

Porque claro, imagino que todos los que estén pensando en comprarse un ebook estarán pensando, también, en que van a tener que seguir comprándose esos libros igualmente, ¿verdad? Porque, a lo mejor, se piensa que su mayor utilidad es la de leer libros gratis... pero nadie quiere decirlo abiertamente.