24 de diciembre de 2010

Pero... ¿Dónde está el dinero?

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Esta es una pregunta que me hice el otro día junto con mi consorte.

Estaba ella leyendo la revista Cuore, en la que aparecía un reportaje sobre la pareja de actores Brad Pitt y Angelina Jolie que, como muchos sabrán, y amén de una buena colección de atributos, son apestosamente ricos como buenos actores de Hollywood que son (aunque habrán quien pueda cuestionar esta afirmación, pero bueno). En particular, el reportaje decía que, en la línea sobre todo de Anjelina Jolie, habían donado una cantidad de dólares más que jugosa para la reconstrucción de Haiti, el país más pobre de toda América y el que peores momentos está pasando ahora mismo (sí, el hecho de que ya no salga en los telediarios no quiere decir que la epidemia de cólera haya remitido, ni mucho menos), lo cual es verdaderamente loable.

También se conoció la noticia hace un par de meses que los diez hombres más ricos y poderosos de Estados Unidos habían hecho un pacto entre ellos según el cual, se comprometían a donar la mitad de sus fortunas (o una cantidad parecida) para obras benéficas y, en definitiva, un poco lo que viene siendo arreglar el mundo.

Y por supuesto, no puedo por menos que hacer mención al denostadísimo Bill Gates, creador/presidente de Microsoft y ser odiado por gran parte de las personas que tienen un ordenador entre las manos (y que, sin embargo, siguen usando Windows, dicho sea de paso). Este hombre también es una de las personas más asquerosamente ricas del mundo (no fueron pocos los años que, de hecho, constaba como la persona más rica del mundo), pero que, sin embargo, no se le caen los anillos a la hora de financiar obras benéficas y de construir edificios necesarios en sitios extremadamente necesitados. Es más, hace un par de años concedió una entrevista junto con su esposa, y una de las cosas que le dijo al periodista fue que "lo peor que podía hacerle a sus hijos era dejarles toda su fortuna intacta", lo cual me parece una de las cosas más elogiables que he podido leer últimamente.

Dicho lo cual, volvemos a la pregunta que abre este post. ¿Dónde está el dinero? Porque en serio, las cifras de las que estamos hablando no son precisamente pequeñas. Es más, con todo lo que se ha donado, con todo lo que se ha movido el mundo (por lo menos el occidental) tras la tragedia de Haiti... ¿Dónde se ha quedado todo ese dinero? Porque a estas alturas, no digo que Haiti tuviera que ser el país más boyante de todo América Latina, pero por el amor de Dios, algo como una epidemia de cólera es algo que no tendría que haber aparecido nunca. Y no sólamente porque algo así ya es una desgracia en sí misma, sino que, con todo ese dinero se tendría que haber podido, cuanto menos, restablecer los servicios básicos en toda la isla, como pueden ser la red de hospitales, las comunicaciones y los servicios de agua. Y seguiría sobrando para empezar a recauchutar el país de verdad.

Y hablo de Haiti por poner un ejemplo, porque luego te enteras de que, con el montante que tienen la mayoría de los bancos/grandes fortunas repartidos por los paraísos fiscales a todo lo ancho y largo del globo (200.000.000.000€, si no me dejo ningún bloque de tres 0) se podría erradicar el hambre en el mundo de un plumazo.

Pero bueno, esto sería irse un poco por los cerros de Úbeda, ya que, a fin y a la postre, el dinero de los paraísos fiscales es un dinero que no sale de ahí, pero... En serio, ¿Qué ha pasado con todo ese dinero que se donó? ¿Todo ese dinero que se dona? Vale que siempre hay gastos de gestión y gastos paralelos... pero me da mucha pena ver la cantidad de ese capital que se queda en el camino... si es que al final llega algo al destino que se supone debería alcanzar.

En fin, sólo espero que quien quiera que tenga ese dinero, que le aproveche. Pero que le aproveche pensando en que, para empezar, no deja de ser un dinero robado y que, para continuar, ese dinero podría, literalmente, salvar miles de vidas. Lo dicho, que le aproveche.

6 de diciembre de 2010

El Derecho a Huelga

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La verdad es que no sé muy bien cómo organizar este post, porque lo cierto es que este tema me está tocando bastante la moral (amén de haber estado a punto de costarme un viaje). Y es que, como sin duda habréis oído hablar estos últimos días, los controladores aéreos españoles han estado de huelga, exigiendo según ellos lo que es más justo para ellos. Y no seré yo quien juzgue tal cosa.

De hecho, considero que el Derecho a la Huelga, y el consiguiente uso del mismo, es una muestra de buena saludo en todo estado democrático que se precie. Si tú como trabajador (o como colectivo) sientes que tu parón te está explotando, lo menos que se te tiene que permitir es el derecho a quejarte. No obstante, lo que si está claro es que lo que han hecho estos señores con dicho derecho no ha sido un uso, sino un abuso en toda regla.

Como he dicho antes, el derecho de un trabajador a declararse en huelga debería ser poco menos que sagrado en un país que presuma de una democracia sana. Pero como en toda democracia sana que se precie, también hay una serie de reglas que hay que seguir incluso a la hora de ir a la huelga, lo cual me parece muy bien ya que, sin reglas, esto sería cualquier cosa menos, precisamente, un estado democrático y de derecho. Y entre esas reglas, está lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer con las huelgas.

Para empezar, las huelgas se avisan. Se debe especificar que, si no se cumplen unos mínimos en unas peticiones, se irá a la huelga y que ésta durará lo que tenga que durar. Después, y en caso de ir a la huelga, presentar unos servicios mínimos para no bloquear totalmente el funcionamiento de tu lugar de trabajo. Y finalmente, dejar claro qué es lo que se quiere conseguir con dicha huelga y por qué.

Sin embargo, aquí lo único que queda claro es que los controladores aéreos son unos sinvergüenzas de tres pares de millas. Son el colectivo que más ganan por realizar su trabajo con amplísima diferencia, y ojo, que no digo que sea barato controlar todo lo que ellos controlan, pero me parece a mí que exigir cobrar todavía más, cuando ya de por sí cobras más que el propio Presidente del Gobierno, me parece, cuanto menos, inmoral. Y si encima tu idea de huelga es la de organizarte en secreto para que no trabaje nadie y bloquear la gran parte del espacio aéreo español y sin dejar demasiado claro qué es exactamente lo que quieres (aparte de ganar más por menos), pues entonces, apaga y vámonos, porque entonces pasáis de ser unos sinvergüenzas y unos inmorales, a ser directamente unos ladrones y unos estafadores.

Ahora bien, como buen juego que es una democracia, también tiene reglas para garantizar que las reglas se cumplen. Así que, si tú haces lo que te da la real gana con las reglas del Derecho a la Huelga, no te sorprendas si al cabo de las horas te encuentras con un militar llamando a la puerta de la habitación del hotel en la que estáis haciendo la huelga (que esto tiene unas narices asombrosas de grandes) para obligarte a ir a trabajar. Y mucho menos aun te quejes si tu Ministro de Interior, que como eres funcionario es uno de tus jefes de más alto rango, te exige ocupar tu puesto de trabajo bajo pena mínima de despido. Y que encima está siendo amable contigo, porque podría haberte acusado de sedición con toda la tranquilidad del mundo.

Y no malgastaré mucho más tiempo en este tema, pero sí me gustaría recordar lo poco morales y poco éticas que me parecen vuestras huelgas, sabiendo que cobráis un mínimo de 300.000€ al año, cuando hay unos 4.000.000 de parados en España, con un montón de gente más que preparada dándose patadas para hacer el trabajo que vosotros no queréis hacer, y con la cantidad de familias que, directamente, tienen dificultades para llegar a final de mes. Que lo único que parece es que os quejéis de no poder tener unos chalecitos de unos miserables 500m2 en La Moraleja ni un par de Ferrari aparcados en el garaje.

En fin, sólo digo que a todo cerdo le llega su San Martín, y que espero que a vosotros os llegue pronto. Caraduras del diablo.