31 de julio de 2013

Análisis: Call of Duty: World at War (PC)

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Ya sé que el juego del que voy a hablar no es precisamente una novedad ni el último grito, pero es lo que tengo, que voy jugando a según qué juegos según me va viniendo la inspiración divina. Y las ganas, sobre todo las ganas.

Y en este caso, el "afortunado" ha sido el juego de 2008 Call of Duty: World at War, la quinta entrega de la serie de juegos de disparos en primera persona comercializada y distribuida por la compañía Activision, después del arrollador éxito para dicha empresa que supuso en el año 2007 el juego Call of Duty 4: Modern Warfare, con el que consiguió un buen número de premios (y de dinero, dicho sea de paso).

En este caso, el juego retoma el tema original de la saga, la Segunda Guerra Mundial, pero abiertamente orientado a dar por finiquitada esa época, y pasar, como se vería después con las demás entregas que han salido hasta la fecha, con posibles (y probables) conflictos modernos y con la Guerra Fría. De hecho, a la versión para PlayStation 2 se la llamó Final Fronts, en abierta alusión a que con ese juego se terminaban los juegos ambientados en el mayor conflicto de la historia de la Humanidad.

Yo empecé a jugar al World at War (a partir de aquí, COD5) cuando salió para PlayStarion 2, y la verdad es que dicha versión no me gustó en absoluto. Es más, me desilusionó tremendamente. También debo decir que para entonces, yo ya estaba acostumbrado a jugar a los distintos CoD en el ordenador, con teclado y ratón, aunque eso sólo fue la gotita que colmó el vaso de la decepción. Así que el juego se quedó ahí, aparcado, hasta que recientemente me dio por probarlo en PC.

Y la verdad es que, a pesar de todo, me ha vuelto a defraudar. No tanto como el de PS2, eso sí, pero me ha defraudado un poco.

Para empezar, porque como ya se comentó largamente y en numerosas ocasiones en su día, el juego se me ha hecho corto. Muy corto. Porque en los cuatro juegos anteriores te presentaban tres tipos de campañas, divididas en los diferentes países que participaban en los conflictos, a saber: Norteamericanos, británicos y soviéticos. Sí es verdad que en el COD4 sólo manejabas británicos y norteamericanos, pero se le podía perdonar porque, al fin y al cabo, ambos ejércitos acababan confluyendo en la trama central de la historia del juego, lo que hacía que no fuera tan necesaria una campaña rusa, amén de tener, como he dicho, un hilo argumental del que carecían los demás CoD. Pero en el COD5, que vuelve a retomar la forma de juego de las tres primeras entregas, que no haya una campaña británica se nota y mucho. Porque, por ejemplo, si en la campaña soviética de este juego vemos cómo el Ejército Rojo avanza hacia Berlín y lo toma; al americano pasando de isla japonesa a isla japonesa ganando posiciones... ¿Por qué no pusieron, por ejemplo, al ejército Aliado avanzando hacia París, o hacia Berlín desde el oeste? Le habría dado más duración al juego y no se habría quedado la gente con esa sensación de que le faltaba algo importante. Además, incluso la campaña americana se queda muy coja, ya que termina con el asalto a un castillo perdido en mitad de la nada y punto pelota. Un discursito de Einshenhower después de explotar las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki y todos para casa, muchachos, que ya se ha acabado la fiesta.

Tampoco me ha gustado mucho el aspecto gráfico que, sin ser para nada malo, me ha recordado demasiado al COD3. Tal vez ahí se haya notado la mano de la desarrolladora Treyarch, responsable de ambos juegos, ya que comparado con el COD4, el COD5 es demasiado... caricaturesco. No parece que estés viendo una película, como ocurría en el 4, sino más bien una serie de dibujos animados, y eso le ha quitado bastante de la espectacularidad que alcanzó el 4.

Pero por otro lado, sí que hubo un par de cosas que me gustaron bastante. Como por ejemplo, y con el permiso del omnipresente lanzallamas, me gustó mucho, por un lado, que volvieran a incluir una misión en la que debes manejar un tanque, y encima, que el tanque a manejar en esta ocasión sea un T-34 soviético (en las otras entregas siempre había sido un Sherman británico-americano); y por otro lado, para mi sorpresa y satisfacción, que volvieran a poner una misión aérea, que no se veía desde el COD original, y que en esta ocasión se trata de servir como artillero en un avión anfibio americano de rescate y reconocimiento. Y es que además, desde mi punto de vista, ambas misiones son las más trepidantes de todo el juego, en especial la del avión anfibio.

Sin embargo, y por mucho que me gustaran esas dos misiones, sigo diciendo que no compensan las demás faltas del juego. Sí que es entretenido, y que para echar un rato (nunca mejor dicho, que me lo pasé en dos días y medio sin darle caña en absoluto) sí que sirve, pero... por lo demás, se queda muy corto. Una lástima que cerraran esta parte de la historia moderna de esta forma.

14 de julio de 2013

Reseña - Llamadme Cabrón: Historia de un pirata

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Hace poco terminé de leerme Llamadme Cabrón: Historia de un pirata, y al igual que me pasó con 1212 - Las Navas, el libro me ha dejado un gusto un poco agridulce. Digamos que ambos padecen del mismo mal, y es que son tan "académicos" que apenas se salen de lo que es el personaje o hecho histórico en sí mismo.

En este caso, el autor (el historiador Javier Fornell Fernández) nos presenta la historia de Pedro Hernández Cabrón, pirata gaditano de finales del siglo XV que, como reza en la sinopsis, "llevó el terror a las costas del reino de Aragón, a las de Berbería, y participó en la conquista de las Islas Canarias", y que debido a su temperamento y crueldad, acabó por dar origen al insulto que conocemos hoy en día.

El problema es que el autor apenas hace hincapié en esas hazañas a las que se hacen mención, y se ciñe en exceso a los hechos históricos que protagonizó el pirata. Por supuesto, si quieres hacer una historia novelada de un personaje histórico, hay cosas que no te puedes inventar para no darle una relevancia histórica que dicho no personaje no tuvo, pero sí que se pueden inventar una serie de acontecimientos que adornen la historia e ilustren en profundidad la personalidad del personaje sin que por ello se le concedan más honores de los que llegó a alcanzar, y eso es algo que apenas se toca en el libro

Por ejemplo, se dice que Pedro Cabrón fue regidor de la ciudad de Cádiz y eso es algo que en el libro ni tan siquiera se menciona, a pesar de ser un hecho de gran relevancia para el personaje. Otra "omisión", por ejemplo, es que se dice continuamente de él que es un gran pirata, y que era muy despiadado, pero esa faceta, la de su crueldad, sólo se muestra cuando actúa como soldado a las órdenes de los Reyes Católicos contra los moros. Apenas sí aparecen los famosos actos de piratería que se mencionan en la contraportada, y cuando se dan, el autor pasa muy de puntillas sobre ellos, ya que de hecho sólo se menciona uno y, cuando ocurre, es en el narrador, su amigo, en quien recae la acción y el que nos habla de lo que supuso dicho ataque, pero lo que supuso para sí mismo, no para el propio Cabrón, ni cómo actuó el personaje en dicho ataque. Esto también hace, por ejemplo, que a lo largo de la historia el narrador nos vaya diciendo que Cabrón se va a haciendo rico y poderoso, pero como también menciona que el hermano de Cabrón lleva una casa de comercio en nombre de los dos, al final uno ya no sabe si el personaje es rico por ser un pirata despiadado, tal y como nos lo pintan al principio, o simplemente por los negocios del hermano, a pesar de que dicho personaje es ficticio. Todo esto lo que hace es que el libro sea relativamente corto (254 páginas), ya que por mucho que se investigue sobre un personaje del siglo XV, las limitaciones que presenta la documentación de un personaje de esa época es más que evidente.

Por lo demás, el libro se deja leer. No deja de ser entretenido, ya que yo siempre tuve esa sensación de querer leer más. El libro está muy bien escrito y se nota la pasión que el autor, a quien pude conocer en persona y me firmó mi ejemplar, ha puesto en él, y siempre te concede la oportunidad de aprender un poco más de nuestra historia, sobre todo cuando es una historia muy poco conocida como la del pirata Cabrón.