9 de abril de 2011

La hipocresía

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la hipocresía es el fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan. Y si bien es cierto que siempre está ahí presente, el desparpajo con el que desfila por el mundo desde el estallido de la Guerra de Libia es, cuanto menos, abrumador. Y muy, muy descarado.

Primero, porque aquí parece que cada uno tiene su propia vara medir a la hora de definir lo que implica y significa "legalidad". Todo empezó, al igual que pasó en Túnez, por una serie de revueltas y manifestaciones en contra del gobierno, con la diferencia que, por un lado, el presidente tunecino Zine El Abidine Ben Ali decidió salir corriendo con la cartera bien llena; y por otro lado, Muamar el Gadafi, presidente de Libia, decidió reprimir dichas revueltas matando moscas a cañonazos.

No seré yo quien se ponga ahora de abogado del diablo defendiendo la actuación de Gadafi, pero sí creo que, a fin de cuentas, él es el presidente de su país y el sabrá cómo manejarlo. No obstante, esto no es lo importante del post en sí mismo. Lo importante es cómo ha reaccionado el mundo ante este hecho.

A día de hoy, no creo que exista nadie en el mundo que conozca a Gadafi que pueda negar que, a fin de cuentas, es, ha sido y será, un dictador en toda regla (de ahí su forma de atajar las revueltas, no hay que olvidar que Gadafi tenía rango de Coronel del ejército libio cuando llegó al poder), pero por curioso que parezca, el mundo no se ha dado cuenta de ello hasta que empezaron las revueltas. Los presidentes de medio mundo (sobre todo el auto proclamado "desarrollado") se hacían fotos con él, lo consideraban un buen amigo y aliado, presumían de su amistad... las estrellas de la música tocaban y hacían fiestas en sus palacios (bien pagados por él, por cierto), alardeaban de haber actuado para él y su familia... y, de repente, como si no supieran con quién habían estado tratando, todos y cada uno de ellos empiezan a rasgarse las vestiduras diciendo lo malo que es, todos empiezan a renegar de él.

Que los artistas renieguen de él, me parece de lo más normal del mundo (hasta cierto punto) ya que viven de su imagen. Pero que los presidentes de medio mundo le declaren, literalmente, la guerra... ahí se demuestra dónde reside la verdadera hipocresía. Por el interés te quiero Andrés. Han demostrado que, en realidad, le tenían unas ganas inmensas, y que les ha faltado una excusa para empezar a bombardear su país con el objetivo de echarlo y poner a otro que les facilite el acceso a su petróleo.

Porque, a fin de cuentas, de eso se trata. Y ahí, como digo, es donde reside la auténtica hipocresía.

0 comentarios: