18 de abril de 2011

We are anonymous

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Este es el lema del grupo de presión nacido de las entrañas más oscuras de Internet.

En un principio, y como digo, el grupo surgió en un imageboard de la Red como una broma, como una forma de englobar a todos los internautas que disfrutaban haciendo el cafre por Internet (lo que, en términos interneteriles, se conoce como troll), para hacer masa y divertirse entre ellos mismos. Lo de Anonymous viene, precisamente, por lo fácil que es ser anónimo en Internet en general, y en un imageboard en particular, utilizando para ello uno de los iconos de la rebeldía por excelencia que ha parido el mundo del cine: la máscara de Guy Fawkes que utilizaba el protagonista de V de Vendeta, precisamente para permanecer en el anonimato.

Pero ocurrió que estos trolls comenzaron a creerse un grupo de verdad. Y considero que han llegado a convertirse ahora mismo en un grupo de presión de lo más interesante. Siempre y cuando sepan dirigir esa presión.

Reconozco que al principio no confiaba mucho en ellos, ni en sus métodos. Sé lo que son y sé de dónde han salido, por lo que no me merecían mucha confianza. Mejor dicho, ninguna confianza. Pero en esto que llegó la Ministra de Cultura, Ángeles González Sinde con su famosa ley en la mano, y erigirse como los principales defensores de los derechos de los internautas contra los intentos de la ministra de legislar lo ilegislable. Y debo decir que fue gracias a ello que se consiguió, al menos, que la ley tuviera que ser reconducida al Senado para ser revisada. A ellos, y a la Gala de los Premios Goya del 2009, todo hay que decirlo.

Y esta mañana, me he encontrado en la calle con un nuevo cartel suyo, y debo decir que me ha sorprendido gratamente. En dicho cartel, que hacía referencia a las próximas elecciones del 22 de Mayo, no decían a quién teníamos que votar... sino todo lo contrario. Protestaban, precisamente, contra una de las mayores lacras de la democracia española, que no es otra cosa que el bipartidismo.

Y me gustaría hacerme eco de esto, precisamente. Porque, por mucho que se hable del "voto útil" (que, en mi opinión, es la mayor estafa de la democracia), por mucho que se diga que "votar a un partido pequeño no sirve para nada", esto sólo sirve, precisamente, para hacerles el juego a PP y PSOE, los dos partidos que más beneficiados salen con el bipartidismo de facto que impera en España. Que vale que siempre saldrá uno u otro, porque sí es verdad que ellos recogen un poco los pensamientos de la mayoría de los españoles, pero en toda democracia que se precie de ser sana, son necesarios e imprescindibles una serie de partidos que hagan de bisagra entre esos dos partidos, y no me refiero precisamente a los partidos nacionalistas, que por principio, no van a hacer necesariamente nada por el bien común de España.

Vale que en esto también afecta la Ley Electoral que tenemos en España y que premia a los partidos periféricos en contra de los partidos más generales, pero precisamente, si seguimos confiando en el "voto útil", y votando a los principales por principio, porque "votar a los pequeños no sirve de nada", cuando, a lo mejor, son los pequeños los que mejor pueden llegar a representar tus ideas. Y son los pequeños, precisamente, los que mejor pueden evitar que los partidos principales sigan haciendo lo que les de la real gana y cometiendo los demanes que siguen cometiendo.

9 de abril de 2011

La hipocresía

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Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la hipocresía es el fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan. Y si bien es cierto que siempre está ahí presente, el desparpajo con el que desfila por el mundo desde el estallido de la Guerra de Libia es, cuanto menos, abrumador. Y muy, muy descarado.

Primero, porque aquí parece que cada uno tiene su propia vara medir a la hora de definir lo que implica y significa "legalidad". Todo empezó, al igual que pasó en Túnez, por una serie de revueltas y manifestaciones en contra del gobierno, con la diferencia que, por un lado, el presidente tunecino Zine El Abidine Ben Ali decidió salir corriendo con la cartera bien llena; y por otro lado, Muamar el Gadafi, presidente de Libia, decidió reprimir dichas revueltas matando moscas a cañonazos.

No seré yo quien se ponga ahora de abogado del diablo defendiendo la actuación de Gadafi, pero sí creo que, a fin de cuentas, él es el presidente de su país y el sabrá cómo manejarlo. No obstante, esto no es lo importante del post en sí mismo. Lo importante es cómo ha reaccionado el mundo ante este hecho.

A día de hoy, no creo que exista nadie en el mundo que conozca a Gadafi que pueda negar que, a fin de cuentas, es, ha sido y será, un dictador en toda regla (de ahí su forma de atajar las revueltas, no hay que olvidar que Gadafi tenía rango de Coronel del ejército libio cuando llegó al poder), pero por curioso que parezca, el mundo no se ha dado cuenta de ello hasta que empezaron las revueltas. Los presidentes de medio mundo (sobre todo el auto proclamado "desarrollado") se hacían fotos con él, lo consideraban un buen amigo y aliado, presumían de su amistad... las estrellas de la música tocaban y hacían fiestas en sus palacios (bien pagados por él, por cierto), alardeaban de haber actuado para él y su familia... y, de repente, como si no supieran con quién habían estado tratando, todos y cada uno de ellos empiezan a rasgarse las vestiduras diciendo lo malo que es, todos empiezan a renegar de él.

Que los artistas renieguen de él, me parece de lo más normal del mundo (hasta cierto punto) ya que viven de su imagen. Pero que los presidentes de medio mundo le declaren, literalmente, la guerra... ahí se demuestra dónde reside la verdadera hipocresía. Por el interés te quiero Andrés. Han demostrado que, en realidad, le tenían unas ganas inmensas, y que les ha faltado una excusa para empezar a bombardear su país con el objetivo de echarlo y poner a otro que les facilite el acceso a su petróleo.

Porque, a fin de cuentas, de eso se trata. Y ahí, como digo, es donde reside la auténtica hipocresía.