5 de febrero de 2015

Gremios neoliberales

Rompemos el silencio que manteníamos desde el año pasado para entrar de lleno en este 2015 con una idea que me ha surgido durante los últimos días, respecto a los carburantes y, en particular, a su precio actual.

Desde finales del año pasado, hemos podido ver cómo el precio de los carburantes iba bajando progresivamente desde los aproximadamente 1,459€/litro (en el diesel, simplemente para que sirva como ejemplo y en las gasolineras que yo he podido comprobar) hasta 1,039€/litro, siempre con una especie de sentimiento escondido de que aun tendría que bajar más, máxime cuando el barril de Brent, máximo exponente del precio del petróleo, había pasado a comprarse a mitad de precio desde hace más de un año.

No hace falta ser un experto en matemáticas para deducir automáticamente que, según dicha caída, deberíamos haber estado pagando alrededor de 0,70€/litro, y sin embargo, como digo, no ha llegado a pasar de esa barrera psicológica que representa la cifra de 1,000€/litro. Habrá quien me diga que eso tampoco es así, que ha habido gasolineras en las que el diesel había pasado esa barrera y se ha estado pagando a 0,9€/litro largos, pero esas gasolineras, en realidad, han sido toda una excepción, en lugar de haberse convertido en una regla. Y lo que es peor, en las últimas semanas se ha visto un repunte del precio de los combustibles, pasando de nuevo al nivel del 1,10€/litro, y esto es lo que más curiosidad y recelo me produce.

Y es que hemos estado un buen periodo de tiempo pagando esos carburantes a unos precios bastante elevados, manteniéndose dichos precios más o menos estables durante meses y meses seguidos... y ahora que han bajado hasta los extremos antes mencionados, no solo no se ha llegado a romper esa barrera, sino que los precios no han aguantado en esos niveles ni tan siquiera un mes seguido.

Todo esto me lleva a pensar en lo mucho que ciertas compañías juegan en los mercado con las reglas que a ellos mismos les da la gana. Unas reglas en las que siempre son ellos los que ganan. Si tenemos en cuenta que la máxima del Capitalismo en el mundo Occidental es la Ley de la Oferta y la Demanda y el Libre Mercado, sería de esperar, primero, que como hemos dicho al principio, el precio de los combustibles hubieran bajado en proporción al precio del petróleo (por mucho que pongan la excusa de los impuestos); y segundo, que llegando a rozar esa barrera de 1€/litro, alguna compañía petrolera hubiese "cruzado el Rubicón" fomentando la competencia de precios. O, al menos, que aguantara el tirón de poner precios más bajos que las demás compañías. Pero, en lugar de eso, nos encontramos con todo lo contrario. Que la bajada de los precios se ha frenado, han aguantado los niveles, y al poco los han vuelto a subir. Poco, de momento, eso sí, pero de momento han vuelto a subir.

Si lo pensamos así, es como si no hubiéramos avanzado nada desde el tiempo de la abolición de los gremios. Pero de los gremios propiamente dichos, no con el significado "amable" que tiene hoy en día, como quien habla de "el gremio de los electricistas", "el gremio de los médicos" o, en definitiva, de personas que comparten la misma profesión, sino de aquellos gremios que se componían de grupos de artesanos y manufactureros que acordaban unos precios y nos los movían de ahí pasara lo que pasara. Si había que cobrar dos monedas de oro por una barra de pan, se cobraban. Que el campesino medio no tuviera ni una sola moneda era lo de menos. El precio era el pactado y punto. Ni competencia ni nada. Y si os dais cuenta, el comportamiento de muchas compañías actuales se parece más al de aquellos gremios medievales que al de empresas modernas del siglo XXI.

Todo esto, por último, me lleva a pensar en los disparates que llegan a cometer estas empresas amparándose en el mero lenguaje y la retórica. Porque lo primero que enarbola esta gente es precisamente la bandera de la "Libertad". De la libertad económica en este caso, que, dicen, favorece en última instancia al ciudadano... cuando, en realidad, es una libertad para hacer lo les de la gana sin que haya nadie por detrás imponiéndoles un mínimo de control sobre sus actividades.

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