1 de diciembre de 2013

Tolkien (II): De Alatar y Pallando

Vuelvo a escribir una entrada después de un tiempo sin escribir. No por falta de ganas o ideas, sino por falta de tiempo, materia prima más que esencial para realizar este tipo de actividades. Y vuelvo, precisamente, para escribir más acerca de la Historia de la Tierra Media, ese mundo fantástico creado por el genial, siempre lo diré, John Roland Reuel Tolkien para ambientar las historias que más fama y prestigio le reportaron. Debe ser que barrunto el inminente estreno la segunda parte de El Hobbit, pero la cosa es que últimamente no para de pasar por mi cabeza miles y miles de historias ocurridas en la Tierra Media... y teorías acerca de lo que el profesor no llegó a escribir, o sólo mencionó muy someramente.

Y, en este caso, se trata de la historia de Alatar y Pallando. Así a bote pronto y en frío, lo primero que os puede venir a la mente es "Y estos dos, ¿Quién porras son?". Y es normal, ya que apenas se sabe nada de ellos. Gandalf hace referencia a ellos, aunque no llega a normbrarlos (por motivos de copyright), en la primera película de El Hobbit, cuando Bilbo le pregunta si hay más cómo él. No tengo ahora mismo la película a mano y hablo de memoria, pero el recuento que hace Gandalf es algo parecido a esto:

-Por supuesto que hay más, mi querido amigo... además de mi mismo, está Saruman, el Blanco. Es el mago más grande que existe. Luego está Radagast, el Pardo, que se ocupa sobre todo de las criaturas de los bosques... y luego hay otros dos magos más, que no recuerdo cómo se llaman... hace mucho que nos separamos y no sé qué ha sido de ellos.

Pues bien, estos dos magos más de los que Gandalf no recuerda sus nombres, son precisamente Alatar y Pallando, también conocidos como Los Magos Azules. Y para saber quiénes eran, vamos a remontarnos un poco en el tiempo.

Tanto, como hasta el año 1000 de la Tercera Edad del Sol (recordad que los acontecimientos que se describen en El Señor de los Anillos trascurren entre los años 3018 y 3019 de dicha Edad), momento en el que llegan a los Puertos Grises desde Valinor los cinco Istari, o los Magos, como se les conocía comunmente. Estos cinco magos fueron enviados por los Valar con una única misión: Ayudar a los Pueblos Libres (Hombres, Elfos, Enanos, Hobbits y cualquier otro ser que no fuera intrínsecamente malvado) en su lucha contra Sauron. Cada cual era libre de escoger la forma y manera de ayudar a todos esos seres, y se dispersaron a todo lo largo y ancho de la Tierra Media para llevar a cabo esa misión. Y mientras que Gandalf, Radagast y Saruman se quedaron en la parte occidental, Alatar y Pallando se dirigieron hacia el Este, más allá del Mar de Rhûn. Es a partir de este momento cuando se pierde todo contacto con ellos.

Y es, precisamente a partir de este momento, cuando empiezan las especulaciones. Está más que demostrado y comprobado que el único de los Istari que llevó a cabo su misión con éxito fue Gandalf, ya que los demás fracasaron de distintas maneras en la realización de dicha misión: Saruman se corrompió y Radagast se desentendió por completo de los Pueblos Libres para centrarse únicamente en la fauna de la Tierra Media. Obviamente, Alatar y Pallando no fueron una excepción en este aspecto, ellos también fracasaron, o de lo contrario se habría sabido algo más de ellos. En este punto, hay muchas teorías. Personalmente, la que más me cuadra es la siguiente:

Por aquel entonces, el Este de la Tierra Media, también conocido como Rhûn era una de las partes más recónditas del mundo. La otra era Harad, y por su lejanía de los principales reinos de Hombres y Elfos, ambas zonas estaban bajo el influjo directo de Mordor. Pues bien, como digo, ambos magos se dirigieron hacia el Este, más allá del Mar de Rhûn, una vasta región en la que para sus habitantes la deidad suprema e incontestable era Sauron. No es muy dificil imaginar la reacción de dichos habitantes (los Orientales, tal y como se les menciona en El Señor de los Anillos) al ver aparecer a dos seres que empiezan a predicar todo lo contrario: Que Sauron es el mal y que los verdaderos dioses están más allá de un mar que, ya de por sí, está increíblemente lejos de dicha zona. Obviamente, la llegada de ambos magos, al adentrarse en una ragión dominada por Sauron, no pasó desapercibida para éste. Y al igual que hizo con Saruman, se propuso corromperlos y hacer que sirvieran a su causa... hasta que lo consiguió. ¿Quiénes mejor, precisamente, que dos enviados por los dioses, para terminar de convencer a Orientales de que, precisamente, Sauron es el Único y Verdadero, y que deben hacer todo cuanto él ordene? ¿Qué mejor forma, precisamente, de hacerles marchar a la guerra desde sus hogares hasta esos remotos reinos del Oeste de los que apenas saben nada, que convencidos por unos seres quasi-divinos que creen y defienden radicalmente la causa de Sauron porque han sabido ver "Su Verdad"? 

En definitiva, creo que ambos magos también fueron corrompidos por Sauron, como lo sería Saruman más adelante, sirviendo a modo de "virreyes" en las lejanas tierras de Rhûn. Ellos fueron, o serían, quienes comandaron y espolearon a las ingentes tropas de Orientales que acudieron a Mordor para lugar contra Gondor durante la Guerra del Anillo. ¿Su destino tras la destrucción del Anillo Único? Es muy posible que, tras el cataclismo que siguió a dicho suceso, se libraran de la nefasta influencia de Sauron, pero al haber cometido actos malvados e impropios de su clase, se supieran indignos de volver a Valinor, tal y como hizo Gandalf (nótese que Radagast tampoco regresa), y permanecieran en la Tierra Media hasta que sus cuerpos mortales acabaran muriendo, quedando sus espíritus atados allí para siempre hasta el Fin de los Días.

1 comentarios:

Unknown dijo...

Muy buena la especulación.